El ex Presidente de la Argentina falleció el 31 de marzo de 2009 y su mandato fue desde 1983 hasta 1989. En su momento, por aquel entonces cuando asume el cargo, pasó a ser recordado como “el padre de la democracia moderna en Argentina”. También, de los primeros políticos en dejar en claro su postura sobre cuestionar y acusar a los terroristas de Estado.
Alfonsín nació el 2 de marzo de 1927 en la ciudad de Chascomús y fue un dirigente político, abogado, diputado nacional, senador, concejal y perteneciente a la Unión Cívica Radical. Durante el periodo de 6 años fue el Presidente de la Nación a sus 56 años y quien le devolvió la democracia al pueblo y puso fin a la dictadura cívico militar en Argentina (1976-1983). Destituye a Reynaldo Bignone, quien en aquel entonces fue el último presidente de facto en el país.
En el año 2023 se cumplen 14 años de su muerte y 40 del inolvidable momento que se vivió en el pueblo argentino tras el triunfo electoral que terminó para siempre con las dictaduras militares. Hubieron varios actos como en el Obelisco, el Cabildo y la Avenida Plaza de Mayo entre octubre y diciembre de 1983 en donde siempre fue muy optimista y pactista. Su proyecto de país cohesionado, libre y justo. Por supuesto, autónomo de los países imperialistas. En 1993 fue de los pocos que se opuso a la reelección de Carlos Menen y enfrentó el proyecto de reforma constitucional.
El objetivo del ex Presidente fue defender la democracia, valorar los derechos humanos, ampliar los derechos sociales y de la mujer. Siempre fue un sueño el mantenimiento y funcionamiento de trenes, hospitales que atienden, maestras y docentes en las aulas, una polícia honorable y mayor empleo en blanco eran sus posturas como primer político Argentino. Desde 1975 insistía, sin temor, la aparición de las victimas del terrorismo de Estado que en aquel entonces los genocidas llamaron “Reorganización Nacional” y llenaron de personas desaparecidas y los momentos más oscuros de la Argentina.
Su legado fue la esperanza de ver crecer a un pueblo que vivió años de atrocidades, desesperación, inflación económica, engaño y que en el plano internacional, al mismo tiempo, países limítrofes seguían viviendo las fuerzas de dictaduras militares.
En un auto Cadillac descapotable partió desde el Congreso de la Nación junto a su esposa, María Lorenza Barreneche, y en su discurso regó de llantos los ojos de un pueblo argentino:
“Hoy ha terminado la inmoralidad pública. Vamos a hacer un gobierno decente. Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad”.
Siguió en sus primeras palabras en aquel 1983 mencionando el valor de la libertad y de su importancia:
“El pasaje a la libertad requiere una creciente comprensión de los ciudadanos sobre la importancia de cada uno de los actos que influyen sobre el conjunto social. Las libertades concretas implican libertades sociales, acceso a la educación, posibilidad de justicia igualitaria, derecho a la salud, resguardo de su intimidad y también, por supuesto, derecho al orden que el gobierno democrático garantizará con los medios que las leyes ponen en sus manos”.
Durante el trayecto hacía el Cabildo, acompañados de una multitud que vivía un momento histórico para el país y la región latinoamericana, mientras caían papelitos por toda la Avenida de Mayo. En un último testimonio que realizó Alfonsín en 2005 recordaba esa caminata con mucha nostalgia y el deseo de:
“No fallarle a toda esa gente. Hice todo lo que pude, pero la crisis me dijo que no a las soluciones que pensé para el pueblo argentino”.